EL SILENCIO DE LAS INOCENTES
No
se trata del título en versión femenina de la conocida novela de Thomas Harris,
aunque el parecido con el protagonista que es un asesino en serie tiene una
gran semejanza con muchos de los atacantes que forman parte de la cifra de
agresores sexuales.
Chile
ocupa el tercer puesto a nivel mundial en la tasa de denuncias por abuso sexual
infantil cada 100 mil habitantes, con
68,5 casos en 2012 -fecha en que todos los países informaron los
registros de sus policías-, siendo sólo superado por Suecia y Jamaica. Además,
a nivel sudamericano, es el primero en la tasa de denuncias por este ilícito.
(Estadística del año 2011 de la UNODC)
En Chile, un promedio de 17 personas
son violadas diariamente y 34 son víctimas de otros abusos sexuales, según un
estudio difundido por el Ministerio Público, que indica que de las 52 víctimas
que estos delitos dejan diariamente, 38 son menores de edad. Según las
estadísticas, el 96 % de los agresores son hombres. ( estudio de la Reforma
Procesal Penal iniciada en 2000 y completada a finales de 2005). Hasta fines
del 2010, ingresaron 112.109 denuncias por delitos sexuales.
Las
cifras y estadísticas se dan a conocer como políticas de gobierno del Siglo
XXI, pero me pregunto ¿Qué pasó con todas esas víctimas que hoy en el año 2017
tienen 30 y más años?, ¿Denunciaron?, ¿contaron? y lo que es peor ¿les creyeron?
El
abuso sexual ha sido y seguirá siendo esa cifra negra que se guarda, se esconde
y se silencia por temor y vergüenza social. Sin embargo cada vez que una mujer
expresa temor a la cercanía física, limita el metro cuadrado con signos de
inseguridad, reconoce relaciones amorosas fallidas, incompletas e
insatisfechas, no puedo dejar de preguntarme y preguntarles…¿Qué o quién hizo que
estés en el punto donde estás?. Las respuestas han sido el 90% de las veces la
misma, “cuando niña fui violada o abusada sexualmente”. En ese instante de
develación comienza la gran tarea de reparación.
Para
derribar mitos es preciso aclarar que quien comete delito sexual no es “ loco”
ni “enfermo”, ya que las investigaciones señalan que la mayoría de los
agresores no presentaban trastornos graves o alteraciones del juicio, por lo
tanto deben ser considerados plenamente imputables ante la ley. Los agresores pertenecen
al entorno social de las víctimas, son familiares directos o cercanos o
mantienen una relación con sus familias por ello suelen aprovechar las
ocasiones que se les presentan para realizar los abusos.
Para
que no sigas siendo parte de la lista de mujeres inocentes que por años se han
culpado y silenciado, te insto a pedir ayuda y trabajar para que no sigas
buscando vínculos de dependencia permitiendo que tu proyecto de vida e identidad
se proyecte hacia un verdadero y autentico desarrollo personal.
Marta Elizabeth Lobos Yáñez
Psicóloga
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