La complejidad lírica de la sensibilidad femenina griega.


Poesía de Safo (c. 630 -580 a. C.)


             Cuando realizamos un análisis de la obra lírica durante la Grecia Antigua es inevitable preguntarnos sobre la autoría de la mujer. ¿Hubo poetisas importantes durante este período? y si las hubo ¿Quiénes fueron? y ¿De qué forma impactaron sobre los temas tradicionales tratados por los poetas masculinos? ¿Cuáles fueron sus innovaciones?.

            Así, luego de todas estas preguntas, nos encontramos con la atractiva obra de la poetisa Safo de Mitilene (c. 630 -580 a. C.) también apodada Safo de Lesbos (Fig. 1). En ella apreciamos una percepción del vínculo amoroso muy distinta a la de cualquier poeta griego. Es más, evidenciamos una sensibilidad femenina que resulta difícil de interpretar por historiadores y expertos principalmente por dos razones: se conserva muy poco de su obra (principalmente fragmentos) y además dicha forma de expresarse sobre el amor contiene una complejidad estilística que sale de la “normalidad” (masculina) de los versos griegos. Por ello se han generado una serie de lecturas que no parecen dar una visión comprensiva sobre el revela una visión pretérita sobre el pensamiento íntimo de una mujer durante su vida.
            Como afirma la escritora Graciela Barabino: "Antes de Safo pululaba la poesía épica que habla de las gestas de los héroes, de los santones patrios, siempre parte de un augusto pasado. Ella fue la primera que se atrevió a hablar de lo que sucedía en su interior y no a su alrededor.. En ella encontramos una reflexión compleja sobre emociones amorosas. Por ejemplo, en Adios a Atthis la poetisa evidencia el amor que tiene hacia su discípula favorita (Atthis) con la cual habría tenido un romance lésbico. Pero además refleja el vínculo ideal que desearía una mujer con un hombre:

“Igual a los dioses me parece el hombre dichoso que te abraza y te oye en silencio con tu voz de plata y tu sonrisa risueña...

Cuán cara y hermosa era la vida que vivimos juntas.

Pues entonces, con guirnaldas de violetas y dulces rosas cubrías junto a mí tus rizos, ondeantes.”

            En este poema la poetisa no sólo manifiesta el afecto ante la despedida de su amor lésbico sino que también manifiesta algunas cualidades del hombre dichoso que comparte la dulzura de la mujer; que le abraza y oye en silencio. Sobre este fragmento es necesario aclarar que para la Grecia Antigua los lazos afectivos carecían de un límite heterosexual. Ya en la poesía de Homero evidenciamos el fuerte vínculo afectivo entre Aquiles y Patroclo que ha iniciado la discusión vacía sobre la homosexualidad de ambos personajes. Y es aquí donde es necesario detenerse para el caso de Safo ¿Acaso es necesario divagar sobre las preferencias sexuales bajo un prejuicio moral sólo para catalogar la obra de Safo como inadecuada? ¿No es más importante averiguar sobre dichos sentimientos antes de categorizarlos como amorales?

            Estas preguntas surgen principalmente porque el afán de algunos intelectuales de etiquetar a Safo como poetisa lesbiana son vacíos e injustificados. En primer lugar, porque no consideran el modo en que los griegos se relacionaban afectivamente (independiente del sexo) y en segundo, porque tampoco explican el hecho de que Safo haya estado casada con un hombre (Kérkilos) y además haya tenido una hija (Kleis). Si la verdadera intención de la interpretación lírica de Safo fuese explorar el interior de una mujer, nos encontraríamos con aspectos mucho más interesantes de su personalidad como poetisa.

            Otro ejemplo que nos comprueba la complejidad lírica de la sensibilidad femenina como algo novedoso en la poesía griega es su percepción sobre la maternidad, aspecto que es imposible encontrar incluso en la poesía épica. Safo escribe:

Tengo una hermosa hija

Que tiene para mí

La esplendente belleza de una flor de oro,

Mi amada Kleis (…)

Y en uno de los fragmentos que hasta el día de hoy nos llega de sus nueve libros de poemas ella compara el amor maternal con el amor pasional:
Luchar contra el amor es vano, pues como un niño hacia su madre, vuelo a él.

Mi alma está dividida: algo la detiene aquí, pero algo la hala para en amor vivir...

        Aún más interesante es la forma en que Safo, antes de cometer suicidio lanzándose al mar, nos relata su paso por la vejez. Un tema que contrasta con el idealismo con el cual se le ha representado en la pintura académica del siglo XIX (Fig. 1 y 2). Al contrario, el absoluto realismo y sinceridad de la poetisa es tal que nos estremece:

(…) ya la vejez ha marcado con mil surcos la piel de mi cuerpo y el amor, dador de felicidad y de 
dolores, ya no revolotea a mi alrededor (…)

Mi piel, marchita, se resquebraja
mi negro pelo se ha tornado blanco
quedan pocos de mis dientes y mis rodillas no soportan ya el peso de este cuerpo
que solía trenzarse con los vuestros en las danzas y retozar sobre el mullido césped al igual que un ligero cervatillo, el más ágil de los seres vivientes.

            Así Safo finaliza con su vida, traicionada por el amor de Faón, un joven marino, hecho que desmiente la posibilidad de que Safo hubiese sido meramente una poetisa lesbiana sino que, más allá de eso, una mujer con toda la sensibilidad que le caracteriza. De esta forma, todo origen etimológico de los términos lesbianismo y safismo es injusto y 
carece de un sustento estrictamente histórico, porque Safo no habría de identificarse con la definición de estas expresiones considerando, principalmente, el talante y la sensibilidad femenina de su contexto.


Domingo Altermatt Edwards



Referencias

Barabino, Graciela. “Safo, la Décima Musa”. Razón y palabra, 47, 2005; recuperado de: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n47/gbarabino.html



Fig. 1: Charles Mengin - Sappho (1877)
Fig. 2: Miquel Carbonell i Selva - Safo (1881)


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